Creación 1981 Espectaculos de plazas

El aparcamiento a Zapatos

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En 1981, La compañía había recorrido las calles, pasando la gorra, con tres espectáculos. Así, era el momento de explorar un nuevo terreno con el público.

La idea era utilizar el escenario real de la calle, crear un contexto imaginario vivido con realismo, y sentir el impacto. Ya no era un espectáculo en el sentido estricto de la palabra, sino una situación cuyo trabajo se asemejaba a una investigación de laboratorio. Este proceso llego a un concepto que más tarde se convirtió en un pilar de todas las creaciones de Royal de Luxe: el "realismo imaginario". En una calle peatonal, un guardia que utiliza una gran regla y tiza dibuja un aparcamiento como si fuera visto desde un helicóptero, donde el tamaño del apilamiento de un vehículo corresponde al de un zapato. Se aplica concienzudamente y parece no escuchar las preguntas de los transeúntes. Dibuja la entrada, la salida, coloca pequeñas direcciones prohibidas, se detiene a 10 cm. de altura y flechas de la ruta. Luego coloca un rectángulo junto a un pequeño cartel que dice "CAJA", pone un taburete y un felpudo al lado. Levanta un despertador y espera con la mayor paciencia del mundo como un verdadero guardia cansado de su trabajo sin expresar su emoción. Unas cuantas personas comienzan a reunirse alrededor del aparcamiento, llamadas por la situación, mientras que, al notar la presencia de transeúntes, parece no prestar atención. Cuando una persona aparece y se detiene en la señal de stop de la entrada (alguien de la empresa) hay un silencio impresionante en la asamblea. El "chofer de zapatos" después de haber mirado a la derecha y a la izquierda entra en el aparcamiento y se sienta en el taburete, se quita los zapatos y pregunta: - "¿Cuánto? » - "50 centavos por media hora, 1 Franc por una hora..." Cada persona observa con atención, con los oídos extendidos en un intento de captar las palabras normalmente pronunciadas sin levantar la voz. El conductor da 50 cts, el guardia firma un recibo, pone los zapatos en un lugar y el conductor va de compras en calcetines. Lo siguiente es lógico, no habrá una progresión dramática: el aparcamiento se llena parcialmente y los conductores uno por uno, recogen sus zapatos hasta que suena el despertador; o el guardia recupera sus accesorios y desaparece en la calle. En la calle siempre es difícil llamar la atención. El descubrimiento fue la intensidad de la concentración del público. La creación de una especie de hipnotismo donde la gente observa los detalles sin ningún efecto teatral con el peso del silencio que libera.

Había un camino asombroso allí, rico para desarrollarse, dando la posibilidad de invitar a los espectadores a sueños poéticos.
Hecho extraño: algunos transeúntes que comprendieron inmediatamente la situación se contentaron con reírse al pasar, provocando la mirada interrogante de la asamblea.

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