Jean-Luc Courcoult


Autor, Director - Fundador de la compania Royal de Luxe

Jean-Luc Courcoult, creador de magia.

¿Quién sabe en qué planeta nació? ¿Cuál fue la luz que lo trajo? ¿Como lo hace este hombre intensamente libre para todavía lograr embarcarnos en sus ensueños?
Como si fuera guiado por una sensación de urgencia, en cada momento de su vida se esfuerza en buscar la fórmula que le permitiera llenar los ojos de luz de cada persona que le pida: “¡Dibújame un cordero!”.
Viajando hacia el planeta Imaginación, se siente mago. Lo puede todo gracias a la energía positiva de vida que le acompaña desde la infancia. Su mente hirviente le entrega la fuerza para soplar sobre el universo, mover cielo y tierra hasta volver a maravillar el camino de los Gigantes, atravesar el muro de Planck, armar su tienda en la fachada del edificio Bellevue, darles a los sueños nuevas galaxias.

En miniatura o en desmedida, lleva con elegancia una fuerza creativa con la cual va llenando nuestras imaginaciones.

Cada escritura, cada creación, provoca en sus profundidades, olas de angustia, de las que aprietan el corazón. Lucha con ironía para vencerlas, se burla, y para liberarse de ellas, invoca la escritura para empezar un viaje en el universo de la poesía.

A pesar de su aparente y elegante ligereza, Jean-Luc duda. Su personalidad es la manifestación de un deseo visceral de hacer las cosas bien. La manifestación también de una voluntad, expresada o reprimida, de reinventar y desarrolla el gesto teatral, desde nuestras relaciones con unos mundos soñados.

A través de su trabajo, demuestra claramente que, con él, los gestos y las situaciones más comunes de la vida toman una dimensión lírica trascendental.

La fuerza evidente del personaje esconde una fragilidad. Su manera de repetir y volver a repetir tal y cual escena durante los ensayos, tiene que ver con una obsesión de no olvidar nada, no dejar nada de lado, porque lo que está en juego es la felicidad del espectador desde los 6 años a los 80 años, y quizás más.

Todo tiene que ser organizado meticulosamente, como un Ballet de Ópera.

Cada creación resulta de un proceso mental ágil y complejo. Escritura, dibujo, música, estética, hasta arquitectura, esta todo perfectamente pensado para darle cuerpo a una verdadera aventura creativa y recreativa.

Trabaja sus textos sin descanso, quiere unir las palabras y el movimiento de los actores dentro de una misma acción, para que puedan encarnar precisamente su visión.

En el proceso de creación, momento difícilmente soportable para las personas que colaboran, a veces se siente torpe, se le caen las lágrimas, pero siempre permanece autentico. Su compromiso determinante con el gesto teatral señala la simplicidad de un artista atípico quien intenta relativizar estos momentos de tensión.

Su necesidad de crear y armar espectáculos para miles de espectadores se aparenta a las grandes escenas de la historia – como la Revolución Francesa pintada por David, o las protestas futuristas rusas de Maïakovski – en su voluntad absoluta de generar una experiencia estética en vivo.

A Jean-Luc le gusta deambular en las calles estrechas, escaparse para poder sentir la ciudad más intensamente, vagar hasta embriagarse, y perderse a veces para acomodar sus sueños, sus deseos y sus palabras… Al impregnarse del olor de la ciudad le llegan los aromas sutiles de los pedazos de vida que corren en los callejones.

Durante la noche, percibe los olores, los sonidos, los colores, como formas sensibles, y su manera voluptuosa de sentirles le permite conectarse con el sentido de las palabras. Los pensamientos y las historias se amontonan en su cabeza…

Así, cuando regresa, dormir no es una opción. Hay que escribir para imaginar el planeta de la felicidad, abrir el corazón de los Hombres. Luego, hay que leer una y otra vez en voz alta el texto recién producido hasta encontrar la entonación justa. Con la misma entonación se presentará por primera vez el texto al equipo, como un tiempo de confidencia y de perdón.

La transparencia del día, a menudo, lo deja vulnerable, y para no replegarse, se siente bien leer la historia que ha surgida en la noche.

Quiere alcanzar un ideal, dibujar con las palabras lo hermoso y lo impactante, le gusta a él mismo sentirse conmovido.

Con el grupo Royal de Luxe, Jean-Luc provoca choques puros y verdaderos. Es un estilo, una forma de creación que no existía antes. Cada escena, cada cuadro se refieren a otros más que el público llegara a conocer.

En cuanto a quedarse tranquillo, ¡imposible! Por lo tanto, nadie puede presumir lo que está creando, y él se niega también, y por principios, a todo lo que podría atentar contra su libertad.

Con sus gafas coloridas, camisas floridas en cada época del año, tirantes visibles y zapatos resplandeciente para caminar en el viento y correr a través del tiempo, ese poeta tan singular no retrocede ante nada. Exhibe una manera de comunicarse, un pensamiento verdadero, físico, vivo, sin simulacro.

En su opinión, el espectador de Royal de Luxe tiene que conectarse con este arte del riesgo, esta manera inmediata de vivir la actuación, desde los grandes desfiles de los Gigantes, a la Rebelión de los Maniquíes, hasta el encuentro inesperado en un edificio del barrio Bellevue con la verdadera vida de una familia rescatada en plena pandemia.

Produce un Arte Total que actúa y despierta los sentidos, las sensaciones, y toca la sensibilidad de los públicos.

Esta diversidad artística se levanta en contra de todas las adversidades que empujan para que el arte de Jean-Luc encaje con un género en particular.

Royal de Luxe deja huellas en cada ciudad que visita, de Nantes a Calais, pasando por Le Havre y Amiens; hay en la memoria de los espectadores, una resonancia de las imágenes y de los momentos compartidos.

Una vez que se termine el encuentro, hay toda una generación de niños que se queda esperando que vuelva la Pequeña Gigante, y toda una generación de adultos que lloran la ausencia de la Abuela Gigante. Estas resonancias pasan también por Liverpool, Londres, Berlín, Amberes, Perth, Foulou…

Existe un Jean-Luc Courcoult que se mueve con una gana increíble para crear eventos fugaces, para inventar y experimentar un teatro nuevo, tal como existía un Jean-Luc Godard para imaginar un cinema nuevo.

“El arte es vida, y la vida es un flujo, no es un rio pacífico”, escribió Baudelaire.

El imaginario que propone Jean-Luc permite las distorsiones para facilitar su relación con la gente.

Para el, cualquier cosa sirve de pretexto para el arte, y pensar la vida cotidiana como una oportunidad poética y (re)creativa: eso también es parte del estilo Courcoult.

Con Jean-Luc, no se trata de buscar la fama, sino de distribuir felicidad a la mayoridad.

Jean-Pierre Marcos

Amiens, Francia, 3 de abril de 2021

Reseña biográfica

Jean-Luc Courcoult vive y crea imaginarios poéticos en Nantes, recorriendo el mundo para ofrecer emoción al público.

1955: Nacimiento en Paris

1973: Estudia en un curso de teatro en el Institut des Comédiens en la Universidad de Aix-en-Provence

1979: Creación de la compañía Royal de Luxe con Didier Gallot-Lavallée y Véronique Loève. Creación de “Cap Horn”, primer espectáculo en la calle con aporte voluntario del público, en Aix-en-Provence

1984: Con “El lago de Bracciano”, inventa una forma de espectáculo de 3 días, un cuento para una ciudad entera

1985: Obtiene el reconocimiento y el soporte de parte de las instituciones culturales francesas gracias al éxito del espectáculo “Fotonovela

1988: Arma sur primera residencia de creación afuera de Francia, en Marruecos para empezar y luego en Camerún (en 1997), y en China (2000). Un trabajo sumergido en la cultura local creando intercambios culturales que influyen profundamente en las creaciones de la compañía

1990: Crea el espectáculo “la verdadera Historia de Francia”, poniendo en escena su pasión para la Historia

1992:  Imagina la aventura “Cargo 92” para celebrar el quinto centenario del descubrimiento de América. Invita a bordo del cargo la Mano Negra y las compañías de Philippe Decouflé y Philippe Genty. Inventa un desfile gigantesco a partir de “la verdadera Historia de Francia

1993: A bordo de un avión hacia Rio de Janeiro para la preparación de un nuevo espectáculo, Jean-Luc tiene la idea de crear un Gigante.  El primer Gigante de la compañía, llamado “el Gigante”, da sus primeros pasos en la ciudad de Le Havre en Francia, durante un espectáculo de tres días a escala de la ciudad entera. El mismo año, crea “Atascos de tráfico” e inaugura una nueva forma teatral: los accidentes de espectáculo

2007: Emprende un proyecto más personal con “La casa en el Loire” – una creación de Land Art instalada en Couëron
Crea una nueva forma teatral con “la rebelión de los maniquíes”, un espectáculo en escaparates

2009: Da vida a la Saga de los Gigantes, espectáculos excepcionales cuyos guiones se adaptan a la historia, a las leyendas y a los mitos de cada ciudad

2019: Se establece en Bellevue, un barrio de Nantes Métropole, para un proyecto sobre cinco años que tiene el territorio como escenario