Instalarse en el Ăfrica negra francĂłfona fue una elecciĂłn obvia, por razones de idioma. En segundo lugar, no querĂa ir a paĂses agitados por una rebeliĂłn, o a otros demasiado europeizados, como Senegal o Costa de Marfil. Eso dejĂł a Benin, Togo, MalĂ, NĂger, Burkina Faso y CamerĂșn.
Residencia en CamerĂșn
Durante la residencia de 1998 en el CamerĂșn, la compañĂa presentĂł "Los cuentos, primicias de pequeños cuentos negros" y el espectĂĄculo "La gira del CamerĂșn en bici". TambiĂ©n fue durante esta residencia que el Pequeño Gigante dio sus primeros pasos.
Cruzamos estos paĂses con vehĂculos 4x4, rotos en dos, cubiertos de polvo, durante dĂas enteros. Con temores a veces aterradores, por los cortadores de caminos u otras aventuras de este tipo... En cualquier caso, elegĂ el Lejano Norte desde el principio, por sus paisajes secos, mientras que el Oeste es tan verde que a veces se siente como la Auvernia.
Un dĂa pasamos por Foulou, en CamerĂșn. HabĂa un vasto lugar deshabitado, protegido del sol por los ĂĄrboles. Lo elegimos, sin saber que era uno de los lugares sagrados del pueblo. No podrĂa haberlo hecho sin el permiso del jefe del pueblo. Es difĂcil de entenderlo, pero, de hecho, los africanos creen y al mismo tiempo no creen. O bien piensan que con los extranjeros sus creencias no tienen el mismo estatus.
Cuando llegamos, el primer hombre que conocimos nos persiguiĂł con su bastĂłn para hacernos entender que este lugar estaba prohibido. Es un lugar donde se matan pollos y ovejas, un lugar de sacrificio tranquilo, como los hay en todo el mundo. Pero habĂamos visto que era posible establecer nuestro campamento allĂ, despuĂ©s de haber arrancado todo, porque era un poco de bosque virgen.
El jefe del pueblo nos escuchĂł, mĂĄs o menos entendiĂł que querĂamos hacer una especie de teatro. Ăl sentĂa - yo dirĂa esto de una manera frĂa - que era algo bueno que la gente blanca viniera y se estableciera en su pueblo porque la gente blanca tiene dinero y lo traerĂa al pueblo. Contratamos cocineros, gente para lavar la ropa, guardias y costureras. Esta dimensiĂłn econĂłmica es muy importante en Ăfrica.
Y cuando le preguntĂ© al chef - todo esto es muy protocolario, a la manera africana, porque hay niños alrededor, la puerta estĂĄ abierta, pero tan pronto como el chef habla, es el silencio - si era inquietante para nosotros asentarnos durante seis meses en esta tierra sagrada, pensĂł en ello, entonces dijo: "Adelante". DespuĂ©s de tres semanas, entendĂ otra historia: habĂa un termitero allĂ, que se encuentra en uno de los pequeños cuentos de negros, y los termiteros de Ăfrica son malvados. Nos habĂan dicho: Si metes la mano ahĂ, salen cien ratas y se te come la mano. AlgĂșn tiempo despuĂ©s, el rumor se extendiĂł de pueblo en pueblo: "ÂĄLos blancos han ahuyentado al diablo! Royal de Luxe era parte de la mitologĂa local.
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