Creación 1986 Situaciónes imaginarias

El muro de luz

1986.
En esa época, Royal de Luxe, aunque sin dinero, vivía en una gran mansión prestada sin alquiler por un propietario canadiense que acababa de llegar a Francia.

El castillo de Serrant, ubicado a 30 km de Toulouse, aseguraba un lugar donde quedarse y crear a la compañía que en ese momento vivía en comunidad no por elección sino por razones económicas. Imposible de calentar considerando el volumen de las habitaciones, el lugar de reunión principal estaba en la cocina cerca de la chimenea. Horas de imaginación se han desarrollado en ese lugar. Acostándose al amanecer para empezar a trabajar un par de horas más tarde, una cantidad infinita de historias imposibles salieron ahí a la luz. El propietario, con sus maquinarias agrícolas y unos empleados, limpiaba regularmente el enorme parque lleno de árboles altos y pastos silvestres, para convertirlo en un lugar abierto y mantenido sin hablar nunca de dinero. La casa era enorme, construida por uno de los generales de Napoleón. Se encontraba a unos 5 km de Lavaur en el medio del campo.

La idea del Muro de Luz surgió justo después del espectáculo Roland de Roncevaux, que se presentó en Blaye, cerca de Bordeaux. Se estaba preparando un desfile para la noche y le pedí al equipo que instalara hileras de faros delante de los vehículos. Unas semanas más tarde, en esta misma cocina, se me apareció el concepto de una enorme pared de faros: tanto para ocupar al Royal de Luxe, ya que estábamos en un vacío de actividad, como para construir una especie de iluminación mitológica única con la esperanza de utilizarlo para futuros espectáculos. La sugerencia despertó entusiasmo.

Y de repente nos transformamos en vendimiadores, contactando a los propietarios de faros de automóviles. Armados con destornilladores, pinzas para cortar y otras pequeñas herramientas, pasábamos nuestros días bajo la lluvia, en el barro o escalando vehículos apilados como piezas montadas, para desmantelar estos pequeños tesoros y colocarlos, al final del día, en una gran pila que el jefe clasificaba, dándonos según las empresas un tercero o la mitad de la cosecha que no consideraba interesante para su comercio. Cuando llegaba la noche, observábamos con apetito que nuestro stock estaba creciendo, este pequeño juego duró unas 3 semanas, después de las cuales tuvimos alrededor de 150 faros de coches. Por supuesto, en este ejercicio recuperábamos aquí y allá el número de bombillas necesario, y era un mal menor tomando en cuenta el tiempo y la energía que nos costó. Luego, comenzaron los trabajos de montaje.

Recolectando aquí y allá la chatarra en nuestros talleres, empezamos a construir portones, cuadrados, rectángulos que soldamos con la intención de ahorrar dinero y que por lo tanto eran de distintas formas, y en los cuales estiramos alambre de hierro para colgar nuestros faros. El equipo funcionaba como una fábrica. Una vez hecho esto, calculé el mosaico del montaje final, mientras se estaba tejiendo una gran actividad de cableado de cada luz de cada portón. El único gasto ocurrió en ese momento para la fabricación de transformadores de corriente para pasar de una fuente de 380 voltios a 12 voltios en cada faro.

Una vez que se conectó la pared, por no tener otro remedio, estiramos un cable entre dos árboles grandes para colgar toda la escultura. Aunque se veían bastante resistentes, los árboles se acercaron por el peso del conjunto, unos palos y otros cables pudieron enderezar la pared y finalmente pudimos empezar a encenderla. Para hacer esto, y como no había suficiente corriente eléctrica, el electricista de la época se conectó directamente en los cables de electricidad de afuera trayéndonos la corriente en el castillo. Después de varias pruebas, el muro, como un milagro para nosotros, nos reveló el campo, el pasto, y los árboles del gran parque. Aunque era imposible transportarlo por el momento, funcionó. Una carretera departamental pasaba a 200 metros del castillo y unos minutos más tarde, los automovilistas encontrando la entrada del edificio empezaron a afluir en el camino, bajando de su vehículo, digamos cada 3 o 4 minutos, solo o con la familia sorprendido por esta luz amarilla de otro mundo. Luego, se marchaban. Entonces pensé que se sentían atraídos como mariposas por la luz. Por supuesto, esta pared fue utilizada unas veces durante los espectáculos de Royal de Luxe.

"Lo veo con el tiempo como una escultura de arte moderno colgada desde arriba. Los portones permaneciendo independientes unos de otros, a veces bajo el efecto del viento o de la mano humana, pueden comportarse como una vela o una ola. En ese tiempo, como niños, los espectadores buscaban los faros de su propio coche."

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